27 de febrero. Esta mañana hemos recorrido los 170 km. que separan Bojador y Dajla, entre un interminable y bello paisaje de arena y una temperatura de más de 30 grados. En el camino hemos pasado por Rabuni, sede de la presidencia de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática), donde hemos conocido más sobre la estructura administrativa del país.

Llegados a la wilaya, nos hemos dirigido a la daira (división territorial inferior a la wilaya) de Tiniguir, donde hemos encontrado a la familia de Ahmed, nuestro hijo adoptivo del programa Vacaciones en Paz y uno de los miles de jóvenes embajadores saharauis que visitan nuestra tierra cada verano.

La tarde ha estado plagada de largas conversaciones con las muchas personas que hoy he conocido, y me vuelve a sorprender el análisis, la sabiduría, el conocimiento y el interés que todos poseen sobre la situación política global. Un lujo tener la ocasión de debatir tan ampliamente de tantos temas, algo que suelo echar de menos en la mayoría de los casos por el endémico desinterés de nuestra sociedad por estos asuntos.

Aquí he visto los efectos devastadores de las lluvias del pasado año, que dejaron la zona destrozada. Curioso que sea el agua, el elemento más preciado del desierto (aquí es más cara que el gasoil) el que mayor daño haya causado desde hace décadas a esta población. Es lo que tiene vivir en un campo de refugiados en un lugar como éste. Es lo que tiene verse obligado a construir casas de adobe y barro. Es lo que tiene un sistema que antepone los intereses económicos a los derechos humanos.

Mañana seguiremos preparando el campeonato de fútbol de Smara y programando la entrega del material médico que hemos traído para el Hospital de esta provincia.

¡Sáhara Libre!

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