28 de febrero. Un muro de 2.720 kilómetros (sí, han leído bien: dos mil setecientos veinte kilómetros, dos millones setecientos veinte mil metros) separa el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos de la zona conocida como Sáhara liberado.

Este muro, conocido como "el de la vergüenza" es tan extenso como poco conocido. Seguro que saben del Muro de Berlín...pues éste tiene 60 veces más longitud. Es el segundo más largo del mundo, tras la Muralla China, y sirve para aislar de su tierra a los saharauis que un día corrieron hacia el desierto huyendo de la guerra desatada por el gobierno marroquí para ocupar la colonia española.

¿Alguien sabía que existía una construcción de tal calibre? ¿qué motivo lleva a un gobierno a realizar tamaña obra? ¿por qué es tan desconocido todo esto entre nosotros cuando son tan palpables los vínculos entre el Sáhara y España?

Si hablamos de petróleo, bancos de pesca y, sobre todo, sus ricas minas de fosfatos, las preguntas se resuelven por sí solas. Y mientras unos expolian, sus legítimos dueños siguen pidiendo -simplemente- que se cumplan las resoluciones de Naciones Unidas...

Acaba febrero y el calor de día es sofocante, pero hoy he descubierto que la dureza del desierto es totalmente compatible con su belleza. Impresionantes las dunas de arena de Dajla.

Ayer celebramos el Día Nacional del Sáhara (se cumplieron 41 años de la proclamación de la RASD). Hoy en la distancia he celebrado el 28 de febrero, Día de Andalucía, y he apoyado la manifestación celebrada en Sevilla. En ambas conmemoraciones, de una forma o de otra, pedimos lo mismo: pan, techo, trabajo, dignidad...y justicia.

Mañana será una jornada ajetreada.

¡Viva Andalucía libre!
¡Sáhara horra!

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