Cerramos el mes de febrero de 2021 con 2.195 personas paradas más en la provincia de Sevilla, que suman hasta un total de 232.847 registradas en las oficinas del SAE, casi 40.000 más que al inicio de la crisis sanitaria, justo hace un año. Cifras no vistas desde 2016.

Si bien la provincia ha incrementado 281 personas afiliadas a la Seguridad Social y llega a los 734.833, son 10.500 menos respecto a febrero del año pasado. Hay que añadir, además, el efecto positivo que produce todavía el sostén de los ERTE para más de 26.000 sevillanas y sevillanos, que se consideran afiliadas pese a no estar trabajando de forma efectiva.

Con todos estos datos, Sevilla cuenta 275.655 personas paradas, en ERTE o en cese de actividad.

Las cifras siguen poniendo en evidencia cuestiones estructurales de nuestro país y muy recurrente en nuestra provincia: por una parte, la fuerte especialización ocupacional del sector servicios, que reporta dos tercios del total de personas paradas; por otra, el rostro femenino del paro en nuestra provincia: las mujeres son el 60% del total. La tasa de paro femenina en febrero es del 32%, mientras que la masculina se sitúa en el 19,28%

Para el coordinador de IU Sevilla, Manuel Lay, “La clara especialización ocupacional de nuestra economía en agricultura, comercio, hostelería, servicios administrativos y auxiliares (incluidos los servicios de vigilancia, limpieza, etc.) y servicio doméstico, sitúa el espejo ante sectores de claro predominio de la precariedad laboral. La pandemia ha agravado las debilidades de un sistema productivo basado en el sector turístico y de servicios en detrimento de la industria; es algo generalizado en nuestro país, pero muy especialmente en Andalucía”.

Según Lay, “En la provincia de Sevilla, el núcleo del crecimiento económico antes y al final de la crisis de 2007 ha pivotado en torno al turismo, la hostelería y las actividades recreativas, a las que se han unido la recuperación de la construcción y las inmobiliarias en los últimos años. En el escaso peso de la industria manufacturera, las actividades profesionales y técnicas, las finanzas, la educación y, sobre todo, la sanidad y los servicios asistenciales, está una de las claves de por qué también estamos a la cola en la respuesta a la crisis sanitaria”.

“Es obvio que necesitamos un cambio en la estructura económica del empleo, y que este debe orientarse hacia una mayor diversificación, una mayor sostenibilidad ambiental y un reforzamiento del sector público. La Junta de Andalucía ni está, ni se le espera para afrontar ese cambio, prefiere presumir de superávit en sus cuentas mientras las economías familiares se desangran por falta de ingresos”.